Los cimientos de la autoestima. AMOR, AUTOVALORACIÓN Y AUTOEVALUACIÓN.

AMOR

¿No es cierto que cuando queremos a alguien solemos demostrárselo de diversas maneras? Bien, eso es lo que deberíamos hacer con nosotros mismos. Es importante tenerlo en cuenta ya que la sociedad tiende a tildar de egoísmo aquellas conductas que son en pro de uno mismo. Pero la sociedad no puede estar más equivocada. Si queremos a alguien, nos preocupamos por su bienestar físico y emocional, le hacemos algún regalo de vez en cuando, tenemos detalles, nos gusta estar con esa persona, le escuchamos cuando nos cuenta que le sucede algo, le perdonamos cuando se equivoca… y un largo etcétera. También sentimos que, de alguna manera, le necesitamos y nos necesita, no le insultamos, no le faltamos el respeto, no le humillamos, le defendemos si es atacado, etc. Bueno, alguna vez se nos puede escapar algún acto o palabra que traiga como consecuencia algo negativo para otra persona pero no pasa nada si reconocemos el error, nos disculpamos, mostramos cierto arrepentimiento y estamos firmemente dispuestos a que no vuelva a ocurrir. En definitiva, todas esas cosas que demuestran que queremos a alguien también debemos hacerlas por nosotros.

Preguntémonos si algo malo que hemos dicho y sobretodo pensado de nosotros mismos, se lo diríamos a esa persona que tanto queremos. Más de una y de dos veces nos sorprenderemos oyendo nuestros propios pensamientos decirnos burradas que no diríamos ni a nuestro peor enemigo. Preguntémonos si eso que hemos hecho o dejado de hacer que nos ha perjudicado se lo habríamos hecho a la persona que más queremos.

AUTOVALORACIÓN

Hablemos ahora de valor. Comenzaremos con un ejemplo: si nuestro bienestar depende de si dejamos o no un trabajo que nos está machacando (física y/o psicológicamente) deberíamos plantearnos: ¿vale más el dinero que me aporta ese trabajo que mi bienestar? Bien, puede que el dinero que nos aporta sea de vital importancia para nuestra supervivencia en la sociedad pero aun siendo así, ¿vale la pena intentar buscar otra cosa, o no?. Hay que decidir según cuánto nos valoremos a nosotros mismos. Señal de buena autoestima es darse valor a uno mismo. A veces sin darnos cuenta, cuando tomamos una decisión, estamos dando más valor a algunas cosas (muchas veces poco importantes) que a nosotros mismos. Se trataría de hacer una revisión de nuestra escala de valores (ejemplos: dinero, estatus, trabajo, familia, amor, amistad, etc.) y ver en qué lugar estamos colocando nuestro bienestar.  

Además de hablar del valor que nos atribuimos a nosotros mismos como personas también debemos dar valor a nuestras virtudes, defectos, habilidades, limitaciones, competencias, debilidades, necesidades, derechos, obligaciones, responsabilidades... para ser consecuentes con todo ello. Si creemos que somos atractivos pero no le damos valor a esa característica nos estaremos desvalorando. Si creemos que somos perezosos y a ello no atribuimos ningún valor, quizás no estemos siendo conscientes del precio que pagamos por seguir siendo perezosos (tareas mal hechas, llegar tarde, metas y objetivos incumplidos) y no haremos nada por solucionarlo. Si tenemos la habilidad de dibujar muy bien y no le damos ningún valor quizás no nos demos cuenta de que podemos dedicarnos a ello y estaremos despreciando algo bueno de nosotros. Si tenemos la limitación de no ser demasiado hábiles expresando emociones y no damos valor a esta limitación posiblemente no nos daremos cuenta de que no es buena idea dedicarse a ser actor y si lo intentamos siempre nos daremos contra un muro porque al no darle valor a esa limitación no haremos nada para mejorarla. En cambio, si le damos valor, sentiremos que vale la pena mejorarla si lo que quiero es ser actor. En definitiva, es bueno valorar todo aquello que nos caracteriza para bien o para mal ya que todo ello puede determinar nuestra vida.

AUTOEVALUACIÓN

Cuando evaluamos, lo que hacemos es tener en cuenta los detalles de algo para hacer un balance. Por ejemplo, en el ámbito educativo, se evalúan los conocimientos y el aprendizaje de los alumnos. ¿Cómo? Intentando analizar o ver con detalle qué saben y qué no saben para, al final, hacer una estimación de sus conocimientos mediante una nota. En economía, evaluamos económicamente cosas como un negocio o un proyecto, analizando costes y beneficios para, al final, determinar si será rentable o no.

En autoestima, autoevaluarnos es analizar por separado lo que somos, es decir, nuestras virtudes o habilidades y nuestros defectos o debilidades. Una persona con autoestima sana, da igual importancia a ambas partes de si misma (la que le gusta y la que no). No se siente incómoda ni cuando es alabada ni cuando se le hace una autocrítica constructiva. Es consciente de que esas etiquetas no son fijas en espacio y tiempo, de que somos de una manera con algunas personas y en algunas situaciones, y en otras somos de otra manera. No infravalora las virtudes ni magnifica los defectos, y viceversa. Además, describe sus defectos y debilidades sin faltarse el respeto, nunca de manera peyorativa. No es cruel a la hora de describirse. No es injusta. Sólo de esa manera se construye un autoconcepto o autoimagen sanos. Y, por último, sea cual sea el balance en la autoevaluación, aceptará los resultados, seguirá amándose a sí misma, se dará igualmente valor como persona y se sentirá capaz de corregir aquellos defectos que desee y de reforzar las habilidades que prefiera.

Un aspecto a tener cuenta cuando hablamos de autoevaluación es la autoexigencia. La autoexigencia exagerada hace que los criterios autoimpuestos para tener un autoconcepto positivo sean demasiado altos y difíciles de cumplir. Un exceso de autoexigencia nos aboca a la infelicidad crónica. Cuidado con ella.

El resultado de nuestra autoevaluación es a lo que llamamos autoconcepto. Ese conjunto de etiquetas que nos describen en lo bueno y en lo malo. Es necesario hacernos una correcta autoevaluación para construir un autoconcepto sano.


Patricia Vilchez Las Heras
Psicòloga infanto-juvenil

Col. 21639