Cada uno de nosotros hemos ido construyendo una
identidad narrativa propia a lo largo de nuestra vida. Esto es, una
historia sobre nosotros con la que hemos ido conformando nuestra identidad.
Esta historia sobre nosotros mismos la vamos creando
en base a las personas que conocemos, aquellas que nos acompañan a lo largo de
nuestra vida, aquello que nos ha pasado y los valores, creencias y modelos
sociales que nos han marcado.
Esta identidad narrativa puede ser muy positiva para un buen desarrollo si se trata de una narración que nos lleva a seguir evolucionando y a reafirmar nuestra identidad.
Esta identidad narrativa puede ser muy positiva para un buen desarrollo si se trata de una narración que nos lleva a seguir evolucionando y a reafirmar nuestra identidad.
No obstante, muchas veces las personas crean unas
identidades narrativas propias muy limitantes que impiden la evolución
personal. Estas narrativas limitantes suelen ser historias dominantes saturadas
de problemas, es decir, que aquello que marca el discurso narrativo de la
persona suele ser una historia problemática que hace que la persona tenga una
identidad propia negativa.
Para poner un ejemplo, una persona depresiva mantiene
la depresión porque la identidad narrativa que ha ido creando a lo largo de la
vida es la de una persona desafortunada, desgraciada, que todo le sale mal, y
todo lo pasa por este mismo filtro. Desde esta idea que tiene sobre sí misma y
sobre lo que ha sido su vida, no es extraño que esta persona manifieste
sentimientos negativos de desvalorización que generen síntomas depresivos.
Es importante por lo tanto, que estas personas
aprendan a cambiar su historia; porque cambiando su historia cambiarán
su identidad. Está claro que la historia de cada persona es la que es, pero
depende de cada cual extraer de aquella historia los elementos que te hacen
evolucionar y sacar aquellos que te limitan; aquellos que hacen que no seas
quién quieres ser.
Desde la Terapia Narrativa se invita a aquellas
personas que quieran mejorar su identidad a que reescriban su historia; que la
repitan una y otra vez, que la expliquen a los demás hasta haberla integrado y
que empiecen una nueva vida de identidad plena que les permita avanzar.