Educación emocional desde pequeños

¿La educación que estamos dando a los niños es siempre la adecuada? Quizás pueda parecer que lenguaje, matemáticas, ciencias naturales, ciencias sociales y educación física sean más que suficientes para preparar a nuestros niños para enfrentarse a la vida.

Habrá quién piense que a la escuela se va a adquirir conocimientos académicos y en casa es donde uno debe recibir el resto de la educación. Ese “resto de la educación” es tan importante o más que la académica. Hablamos de educación emocional, es decir, empatía, respeto, autoestima, valores, etc. Aquello que de verdad nos va a preparar para enfrentar la vida con mayor felicidad.
  
Habrá padres estupendos muy capaces de ello pero… todos lo son? No hay carnet de madre ni padre así que nadie garantiza que los padres, por el mero hecho de serlo, sean capaces de educar en valores y emociones adecuadamente. Si a una persona la educaron mal (si, por ejemplo, en casa aprendió machismo, racismo, avaricia, odio, violencia...) será capaz de educar bien?

¿Qué entendemos por educar bien? Para mi es transmitir o enseñar la capacidad para pensar con la mente abierta y de manera crítica, para cuestionar lo establecido, es enseñar a ser autónomo y responsable dentro de las posibilidades, es fomentar el desarrollo de valores y principios que rijan las decisiones, es enseñar ética, justicia, empatía, amor por uno mismo y por los demás, respeto y tolerancia.
Hay personas que aprendieron todo esto en casa, otros fuera, pero algunos no lo aprendieron nunca. Estos últimos también tienen hijos y luego tendrán nietos. No vamos a juzgar a esas personas que no fueron bien educadas, no tienen culpa. Juzguemos a una sociedad que no se ha dado cuenta de que estamos educando en las escuelas de manera muy pobre.

La psicología ha avanzado a pasos grandes en los últimos tiempos. Hemos logrado un gran conocimiento sobre el funcionamiento de la conducta humana pero todo ese conocimiento tan valioso para hacer del ser humano una especie mejor no se está utilizando ni transmitiendo a las nuevas generaciones de manera global o sistemática. Hay escuelas que están avanzando en ello y poco a poco parece que va floreciendo este tipo de educación a nivel escolar pero aún no se ha instaurado de manera definitiva.

Mientras tanto estamos educando niños sin preocuparnos de su autoestima y autoconfianza, aspecto crucial para que una persona logre una felicidad plena. La felicidad está en lo más alto de la pirámide de las necesidades de Maslow y muchos adultos vamos dando palos de ciego para encontrarla. Llevamos a cabo acciones siempre en busca de la felicidad pero muchas de ellas son incorrectas, van en dirección contraria sin que nos demos cuenta y podemos hacernos daño a nosotros mismos o a los demás.


Mientras tanto estamos educando niños que no saben qué son las emociones ni qué hacer con ellas. El ser humano siempre va a tener emociones tanto positivas como negativas. De las positivas no hay que preocuparse, pero las negativas también están ahí e ignorarlas no nos va a traer más que problemas. Necesitamos que los niños aprendan a identificar emociones propias y ajenas y saber qué hacer con ellas para sacarles provecho en lugar de sacar cosas negativas. Tristeza, rabia o frustración son emociones que van a estar ahí sí o sí en determinados momentos y no hay que eliminarlas (tampoco podríamos), porque son útiles. Te avisan de que algo va mal. Entonces debemos solucionar lo que va mal y la emoción se irá o permanecerá el tiempo que sea necesario hasta que hagamos algo correcto con ella.

Mientras tanto tampoco estamos enseñando a los niños a tener pensamiento crítico, ni a desarrollar valores ni principios propios y por tanto, son carne de cañón de los medios de comunicación, del marketing y de las modas. Son totalmente manipulables y moldeables. Su personalidad y sus acciones quedarán ajustadas a un molde social que promueve el consumismo y la superficialidad (por mencionar tan sólo dos valores que están a la orden del día a tan sólo un botón del mando del televisor). Estos valores condicionan una autoestima insana que se verá minada frente a personas con más belleza física y con más objetos materiales que ellos.

Tampoco estamos dejando suficiente espacio en las aulas para la curiosidad y la creatividad. Las dos cosas más maravillosas del ser humano son la capacidad para descubrir e inventar y la capacidad de hacer arte. La ciencia nos deja conocer cada vez mejor la realidad que nos rodea y nos permite adaptarnos a ella y que ella se adapte a nosotros y el arte es capaz de transportarnos más allá de la realidad. Esos dos aspectos hacen del ser humano algo magnífico y excepcional. Bien, pues no le estamos sacando todo el potencial que tenemos para ello. En lugar de promover la curiosidad y la creatividad hacemos lo contrario. Educamos niños cual cadena industrial, todos iguales, sin dejar suficiente espacio a la excepcionalidad de cada uno. 


Concluyendo, si los niños son el futuro y lo que queremos es un futuro a mejor (creo que en eso estaremos todos de acuerdo) debemos darles herramientas útiles para construirlo. Y, desde mi punto de vista, esas herramientas deben darse desde las escuelas ya que sino, en muchos casos, no serán dadas.