"No nos perturban las cosas sino las opiniones que de ellas tenemos"
Epicteto
Quiero que te imagines que tienes una primera cita con una
persona que has conocido por internet (esto que está tan de moda) y que te
acojas a la siguiente creencia: “Preferiría gustar a todo el
mundo, pero si no sucede, no es esencial que esto sea así. Sería malo que a
alguien no le gustase, pero no se acaba el mundo por ello”. Pensando esto
realmente, ¿Cómo te sentirías si la persona con la que has quedado, no da
señales de querer volver a quedar otro día, cuando en realidad tú quieres, pero
no exiges gustarle a todo el mundo?
Si realmente tuvieras esta creencia, seguramente te sentirás
disgustado. O puede que te sientas triste o enfadado, pero no querrías matarte,
¿no es cierto?
Vamos a hacerlo otra vez, pero en esta ocasión tendrás una
creencia diferente: “Yo debo absolutamente gustar a todo
el mundo. Debo! Debo! Debo
gustarles a todos!, y sería el fin del mundo si no le gustase alguien”. Con este pensamiento, ¿cómo te
sentirías ahora si la persona con la que has quedado no da señales de querer
volver a quedar otro día, cuando tu exigencia es que DEBES gustar a todo el
mundo?
Seguramente te sentirías deprimido o ansioso…
Fíjate que ante la misma situación, diferentes creencias te
llevarán a diferentes sentimientos o emociones.
Vamos a hacerlo por tercera vez de nuevo. Ahora tú mantienes
la creencia que hemos dicho antes de que: “Yo
debo absolutamente gustar a
todo el mundo. Debo! Debo! Debo
gustarles a todos!, y sería el fin del mundo si no le gustase alguien”. En
esta ocasión, la persona con la que has quedado, desea volver a tener una cita
contigo. ¿Cómo te sentirías ahora ante esto, cuando tu creencia es que DEBES
gustarle a todo el mundo?
Muy probablemente te sentirás muy emocionado, ¿verdad?
Veamos la última parte. Con la misma situación (la persona
quiere una segunda cita contigo) y con la misma creencia: “Yo debo absolutamente
gustar a todo el mundo. Debo! Debo!
Debo gustarles a todos! Y sería el fin del mundo si no le gustase
alguien”. ¿Qué cosa tendrías que pensar para que sintieras pánico?
Pues que AHORA que esta persona quiere otra cita ¿Quién me
asegura que en el próximo encuentro, quiera volver a quedar? Y por tanto
seguiré ansioso otra vez.
Fíjate de qué nos damos cuenta con este ejercicio: Primero
de todo, que somos nosotros mismos los que nos creamos nuestro malestar. No es
la situación en sí la que nos perturba, es lo que nos decimos sobre ella. Además, somos vulnerables a crearnos
perturbación emocional cuando los demás hacen todo lo que deben hacer y con tal de mantener lo que hemos conseguido,
tenemos la creencia de que no debemos
perderlo.
Cuando las personas nos acogemos a creencias preferenciales, no dogmáticas y
no las convertimos en deberías, rígidos, exigentes, entonces, nos
decepcionaremos, entristeceremos saludablemente cuando no obtengamos lo que
PREFERIRIAMOS tener y seremos constructivos bajo esas circunstancias.
Bibliografia
Lega, L., Caballo, V., y Ellis, A. Teoría y práctica a la Terapia Racional Emotiva Conductual. Ed.Siglo XXI. 2009
Sorribes, F. Y Lega, L. Una nueva guía para manejar sus emociones. Institut RET: Barcelona, 2013
Ellis, A. Sentirse mejor, estar mejor y seguir mejorando. Ed. Mensajero. 2005
Bibliografia
Lega, L., Caballo, V., y Ellis, A. Teoría y práctica a la Terapia Racional Emotiva Conductual. Ed.Siglo XXI. 2009
Sorribes, F. Y Lega, L. Una nueva guía para manejar sus emociones. Institut RET: Barcelona, 2013
Ellis, A. Sentirse mejor, estar mejor y seguir mejorando. Ed. Mensajero. 2005
Bibiana Badiella
col.21373